El pasado siempre ha sido rediseñado desde el presente: aún sin intencionalidad, los anclajes psicológicos actuales y la fuerza modeladora del contexto presente -sumados a nuestra memoria biológicamente limitada-, cambian y reversionan al pasado.
Mi primera reflexión sobre el diseño, o dicho com más precisión, sobre la forma y la estructura, tuvo lugar en el gran jardín de mi casa en Buenos Aires. El largo muro que separaba a éste de la casa de uno de los vecinos, estaba cubierto por una ficus pumila, que es una enredadera muy común cuyas hojas más grandes muestran unas nervaduras muy claramente diferenciadas del limbo, sobretodo en el envés.
Cada vez que algo no funciona como esperamos, sea porque se estropea, porque se nos presenta una mejor opción, porque se produjo un desfase entre el problema y la solución que representaba, etc, lo habitual es que intentemos corregirlo o reemplazarlo por una nueva versión de eso mismo. Por ejemplo, si algo le pasara a mi exprimidor de cítricos, dependiendo de qué cosa le pasara, intentaría repararlo o suplantarlo por uno que cumpliera correctamente su función. Lo que nunca se me ocurriría es pensar que “todos los exprimidores son igual de nefastos”, ni que “voy a cambiar el exprimidor por una corbata”. Pero por extraño que parezca, esto es exactamente lo que se repite una y otra vez en torno de la política: ante políticos inservibles, es común desacreditar funcionalmente a toda la política o reemplazar al político por un tecnócrata, un actor, un empresario o un misionero… y cada vez que esto sucede, el experimento sale mal.
Desde hace un montón de años creo que el desarrollo de la identidad personal (en particular de la identidad personal socializada o mediada), representa una gran esperanza para quienes creemos que es muy necesario un rediseño en el equilibrio o la distribución del poder. Este primer párrafo es un poquito denso, por lo que mejor disecciono sus dos principales ideas. Con identidad personal socializada o mediada, me refiero a la producción o codificación de la identidad personal para que esta, representándote, sea capaz de establecer vínculos de diferentes tipos utilizando medios sociales.
La persona que escribe lo hace porque tiene algo que decir, no porque tiene una libreta. Por supuesto que el papel es importante, pero no es el motivo por el cual ese tipo escribe: primero quiere decir algo, luego lo dice.
Hace un tiempo pensaba que la inteligencia fluida cobraba cada vez más importancia sobre la inteligencia cristalizada. Recordemos que la fluida es la forma de inteligencia más demandada cuando la situación ante la que nos encontramos (la resolución de un problema, por ejemplo), es una situación sin precedentes en nuestra experiencia. Tenemos que resolver algo que no hemos visto nunca antes, algo de lo que no conocemos antecedentes.
Hace unos días estuve en Londres, pasando las fiestas de Navidad y fin de año. Como hago siempre que voy, me sumerjo lo más que puedo en su casi infinita oferta de cultura, de combustible para la curiosidad.
Antes que nada, una breve aclaración: lo que viene a continuación nada tiene que ver con La avispa con peluca, el pasaje de A través del espejo y lo que Alicia encontró allí que Lewis Carroll suprimió de la primera versión (la de 1871) del libro. La actitud de la abeja peluda, toma como imagen el acto polinizador de las abejas para definir una forma de actuar de gran valor social: inspirar, excitar, inducir y estimular a los demás a hacer cosas cuando nosotros estamos haciéndolas, sin que ese sea nuestro propósito primario al hacerlas.
Tocar en una banda es una cosa muy buena. Si pensamos que una banda está a la misma distancia de un músico solista que un sólo diseñador de un estudio conformado por varios, resulta evidente que -desde una óptica social- una sociedad creativa es más poderosa por su diversidad que una mentalidad productiva solitaria.
Ser under es una cosa, y ser un berreta* es otra muy diferente. Al verdadero under le molesta que se lo meta en la segunda categoría, pero el berreta a veces busca el ropaje del primero para elevar su status: no es que lo que yo hago sea horroroso, soy “under” y eso “genera rechazo”. Esto no significa que ambas categorías sean autoexcluyentes; yo he visto muchas cosas que marcaban en los dos casilleros (infinidad de bandas, publicaciones, eventos, etc, que eran under y berretas, o simplemente una mierda sin más).
Es difícil comer frente a quien tiene hambre y no tiene qué llevarse a la boca.
Y es difícil vivir frente a quien murió, cuando la muerte aún deja el remolino de su brisa luego de pasar: da vergüenza seguir allí.
Lo único que pasaba era que su mente era un monstruo compositor, sin más propósito ni agenda que el ritmo y el efecto morfológico de aquello que componía.
Al final no sé si es más idiota o más inteligente de lo que cabría esperar, porque en uno u otro caso lo es de forma exagerada.
Si fuéramos una lengua en lugar de tener una, los sabores serían aquello con lo que compondríamos el modelo de la realidad. Pensaríamos: si tiene sabor tiene presencia, existe. Si es insaboro es un mito, es una cosa de la que no se puede confirmar su existencia. Nuestro periódico tendría forma de nariz: usaríamos el olfato como máquina de contexto para completar nuestra comprensión del mundo. Si fuera una lengua, pensaría lo siguiente de los siguientes sabores…
El rol del Estado en una ciudad, a ese nivel, al nivel de la administración municipal, se perfila en algunos casos de tal manera que hace de ella un objeto lúdico.
Una tela de araña es una estructura compleja. No sólo lo es en términos morfológicos, sino de materiales, emplazamiento, oportunidad y funcionalidad. Es similar en todo esto a un guante de buena calidad; de hecho ambas son herramientas para asir cosas con elegancia.
50 historias breves compuestas por Clarence Dolby con la asistencia de su cubo Rubik.
La sinestesia, esa supuesta activación o excitación de un sentido por otro, pone en evidencia en realidad los emparches que demanda la creencia infantil en las categorías, es decir, la creencia en que éstas pertenecen al mismo plano de las cosas.
Históricamente se ha entendido como bello aquello que obedecía a un patrón general, a un estereotipo, que no es otra cosa que una serie de instrucciones, que un modelo abstracto. De esta manera, en varias teorías de las proporciones, bello significaba “acorde con el estándar de belleza”.
La muerte de una persona puede llevar minutos, horas, días, meses o años (como perfectamente puede llevar toda una vida), pero sucede en un sólo instante. En ese instante es cuando precisamente muere y deja de ser para pasar a “haber sido”.
El único motivo por el que estaría dispuesto a creer en Dios, es aquel por el que precisamente se dejó de creer oficialmente en él. Esto es por el color, el ritmo, la forma y el desparpajo que tiene la Naturaleza de desafiar al vacío. Concebir y hacer una gota de amarillo o un pico o una suavidad interrumpida por una aspereza en una piel sin siquiera tocar a ese ser que los posee, hacerlo sólo con la sugerencia de un código, únicamente debería ser obra de ese Dios que no existe. Para creer en él como para no emocionarse ante todo esto, hay que estar igualmente loco.
Cada vez que tuve la oportunidad de referirme a la formación que recibí en la Universidad de Buenos Aires, más precisamente en comunicación y diseño, fue de manera positiva.
Con el correr del tiempo hemos tenido oportunidad de ver los interesantes ciclos vitales de diferentes plataformas sociales. A algunas las hemos visto crecer y tocar un techo, a otras apagarse hasta la extinción. No faltaron las que entraron en crisis con malas decisiones de administración, las que revelaron su limitación conceptual ni las que jamás levantaron cabeza.
Está clarísimo que no se puede comparar a un nogal o a un ciervo con un tumor o una verruga. Los primeros pueden presumir de diseño, mientras que los segundos no saben ni cómo se escribe esa palabra.
La próxima revolución deberá ser barata. Deberá ser instantánea. Deberá ser identitaria y deberá poder distribuirse a la velocidad de un retweet. Deberá ser todo esto o no será.
Es un total contrasentido pretender una constante creatividad: si la creatividad se torna algo continuo y uniforme -como lo debe ser la constancia para serlo-, dejaría de ser creatividad. Pero tan cierto como esto, lo es el hecho de la absoluta necesidad de alcanzar una presencia menos esporádica de creatividad.
Todo pensamiento describe y representa un desplazamiento. Parte de un estadio inicial y sigue un desarrollo. Todo pensamiento es movimiento y todo movimiento intencionado tuvo en un pensamiento su plano. El pensamiento surge de algún nivel de insatisfacción de la expectativa. A satisfacción plena, no hay pensamiento. El pensamiento nace de la percepción de la otredad, de saberse otro, de saberse algo distinto aún dentro de uno. Por este motivo no es posible pensar desde fuera de la identidad: si no soy es imposible que piense.
bat habit – unheralded insights es una colección de inputs sobre un tema en particular.
Estoy ahora mismo -cierto que más lentamente de lo que me gustaría- desarrollando un proyecto llamado Bypass Bazaar, que consiste en la creación de un framework creativo. Uno de los objetivos del mismo es reflexionar sobre los procesos de ideación y sobre cómo desplegar una contra-ingeniería de nuestra innata capacidad de reconocer (y repetir) patrones.
Sé que esto que voy a decir no es algo nuevo: no sólo es algo sobre lo que muchos se han expresado antes, sino que es algo sobre lo que de una u otra forma ya había escrito aquí mismo (Escenas absulaes en la vida de un comunicador y Nulo aprecio por las ideas). Esta reiteración está motivada por la incredulidad que me despierta el desdén efectivo hacia el pensamiento estratégico: me resulta difícil de creer que exista tanta gente desconfiada o hasta contraria al hecho de pensar antes de ponerse a hacer.
Esta es una serie de 6 íconos para representar los 6 tipos de tropos creativos del framework Bypass Bazaar: figuras de la escasez, de la hibridación, de filtro, de iteración, de emancipación y de la alienación.
Usted ha llegado a ese punto en la vida en que piensa: “soy nada, nadie me conoce, básicamente no destaco”. Antes que nada querría que ya mismo comenzara a sentirse bien, y nada mejor para lograr esto que decirle que tiene usted toda la razón. La que siente es una sensación de vacuidad, ya que nada llena más el espíritu y brinda completa satisfacción que ser alguien sumamente eminente, famoso digamos. Aquí 11 consejos para comenzar a ser relevante en su entorno…
(* absurdas, reales y usuales)
La esencia misma de la profesión del comunicador conlleva hacer de puente; comunicar -en términos de tocar- una o más entidades y hacerles llegar un paquete que les diga algo. Esto de tocar, de hacer contacto con alguien, lo mismo puede resultar maravilloso como sumamente desagradable: lo es en la realidad física y lo es también en este escenario metafórico. A menudo, si aquel con quien uno contacta es desde algún punto de vista alguien insatisfactorio, el comunicador se encuentra de repente viviendo situaciones ridisuales, es decir, situaciones ridículas, risibles, reales y usuales por partes iguales. A continuación, dos de ellas, expresadas en términos alegóricos…
Se le llama amor porque subversión es más largo y difícil.
Saber qué es algo no significa necesariamente saber cuál es su naturaleza. Todo el mundo sabe lo que es el diálogo, pero muchísimos menos saben cuál es su naturaleza. Si trabajás en dinámicas dialécticas de comunicación, no alcanza con responder la pregunta del título diciendo: “bueno, es cuando dos personas se ponen a hablar…”, de la misma forma que a un médico no le alcanza para curar una gripe, conceptuarla como “bueno, es cuando una persona se pone a estornudar…” A continuación, una breves notas sobre la naturaleza del diálogo…
Ahora mismo todo el mundo está sorprendido y estupefacto (más algunos que otros, claro), por la flamante victoria de Donald Trump en las elecciones norteamericanas de ayer. Apenas unos meses atrás, lo mismo sucedió en el Reino Unido en relación al Brexit. Y un poco más atrás, aunque no demasiado, también se han dado un montón de situaciones de sorpresa ante los resultados de diversas elecciones y consultas populares (sorpresa por la opinión de los votantes en relación a procesos independentistas, frente al crecimiento de posturas extremas de variado signo, frente a la aparición de fenómenos sociales que resultaban más grandes, más graves, más veloces de lo que creíamos, etc.)
En estas últimas vacaciones me vi de repente dentro de un baño (y bañado) de mármol en Lisboa. No es que haya aparecido súbitamente el baño alrededor mío o yo dentro del baño; lo que pasó es que de pronto me vi rodeado de toda esa piedra y mi percepción sobre su morfología se compuso muy velozmente.
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