El ovillo que crece
La experiencia nos indica que cuanto más tiramos del ovillo, menos lana queda en él y más pequeño éste se vuelve.
El sentido común, que es una forma de razonamiento básica y táctica que solo sirve para resolver nimiedades, nos dice que si en una ciudad hay un exceso de automóviles, incrementar el número de calles y carreteras, hará que ese volumen de vehículos se empequeñezca. Sería algo así como desmadejar el ovillo para hacerlo más pequeño.
Pero cuando se hace esto, cuando se suman más y más vías, lo que ocurre es que aumenta también el número de automóviles.
El punto está en que no se puede pensar a un objeto estático como el ovillo, de la misma forma que a una entidad dinámica como la circulación; de nuevo: el sentido común es una forma de razonamiento demasiado básica y no alcanza para la resolución de situaciones complejas.
Esto mismo sucede con el fomento de la vida pública: cuantos menos espacios públicos hay, las personas no van y se amontonan en esos lugares escasos incrementando sus intercambios y comparticiones, sino que creando más y más espacio público es como se incentiva la creación de tejido social.
Con la creatividad también sucede lo mismo.
Es una entidad dinámica y no un objeto como el ovillo, por lo que practicarla no es “gastarla”, sino exactamente lo contrario: es desarrollarla.
Las ideas no se acaban porque nunca conforman un “stock” del que se van sacando, sino que son dinámicamente generadas por una pulsión vital.
De esta manera, mientras estés vivo podrás generar más y más ideas, siempre y cuando tengas interés en seguir tirando del ovillo…
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