El espejo digital
En muchas oportunidades, de una forma u otra, entre colegas o con clientes, ha surgido el debate sobre dónde se refleja más la demanda y el interés social, si en medios masivos o en los medios digitales con sus correspondientes capilarizaciones en los medios sociales.
Por un lado he escuchado decir que los medios masivos son más “inclusivos” que los digitales, algo así como “todo el mundo ve televisión pero no todo el mundo está en Twitter”.
Por el otro la consideración de que en los medios sociales, la gestualización de los contenidos le entrega a su productor una idea mucho más detallada del interés de una comunidad, de lo que cualquier métrica de rating le puede dar (las plataformas sociales conforman ecosistemas más inmediatos e imbricados a y con otros canales digitales, ya que si por ejemplo sigo un link en un tweet me dirijo a algún soporte digital y no a un programa de radio o a uno de televisión).
Mi postura en torno a esto es que los contenidos que circulan por los canales digitales son una expresión del interés, la preocupación, las preferencias y la agenda social con una “tasa de refresco”, con una resolución y una fidelidad mucho mayor que en los medios tradicionales. La adaptación a la reacción del otro en el contexto digital (porque puede y porque debe) es muchísimo más inmediata y precisa.
Si el medio masivo fuera un retrato pintado de la sociedad que lo consume, el medio digital (y en particular el medio social), sería un espejo.
Ninguno de los dos es la propia cara, pero el segundo se parece muchísimo más.
El otro día, encontré un ejemplo muy bueno para aportar datos a esta conversación en RealClear Public Affairs.
Si observamos las menciones sobre vacunas en televisión (en las cadenas norteamericanas CNN, Fox News y MSNBC), vemos cómo se incrementaron hacia finales de 2020, desde las elecciones en Estados Unidos.
Al terminar diciembre, se observa una caída también muy grande. Lo que ocurrió es que nuevos eventos (la irrupción de seguidores de Donald Trump en el Capitolio, por ejemplo) debían tener también espacio, y en televisión éste no es infinito: los minutos utilizados para hablar de una cosa, no pueden ser usados para hablar de otra (la gráfica también muestra cuánto se mencionó a las vacunas contra la Covid-19 en estas 3 diferentes cadenas).
En el segundo gráfico, lo que vemos es la cobertura online sobre vacunas.
Crece sincronizadamente con las de televisión, pero no cae como en el gráfico previo: el interés social sobre este tema seguía intacto, y estas coberturas así lo seguían acompañando.
Mientras la televisión tenía que bajar el volumen de información sobre vacunas porque debía también hablar de otras cosas (y esto podía llevar a pensar erróneamente que las vacunas “ya no interesaban tanto”), el medio digital podía seguir acompañando la demanda social, ya que, si existe interés, se puede comunicar de forma paralela en tantas líneas como sean necesarias.
Este ejemplo me parece muy bueno para sostener que los medios digitales son un mejor reflejo de la agenda social.
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