La ilusión de la sinestesia
La sinestesia, esa supuesta activación o excitación de un sentido por otro, pone en evidencia en realidad los emparches que demanda la creencia infantil en las categorías, es decir, la creencia en que éstas pertenecen al mismo plano de las cosas.
La forma correcta de comprender las taxonomías es como a herramientas que en un momento dado, o desde un singular punto de vista y para una situación particular, explique la realidad que pulula fuera de la cultura.
Eso precisamente es una categoría: un cajón simbólico que uso para guardar por un rato cosas o ideas que capturé fuera.
Creer que la realidad se estructura en colores, formas, palabras, nombres que comienzan con efe o que las plantas se llaman como decimos que se llaman (ni las personas tenemos nombre en realidad), es algo tan descuidado como lo que le pasó a Victor Frankenstein: dejarse matar por la criatura que él mismo creó.
No hay sinestesia sencillamente porque no hay cinco sentidos; más allá de la ventaja de tener hoy otorrinolaringólogos y oftalmólogos, todo ser vivo percibe aquello que lo rodea con todo su ser.
Sí, vemos con la nuca y saboreamos con los codos, también.
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