La comunicación proteica (I)
En términos de nutrición tenemos dos formas de incorporar proteínas: vía alimentos de origen vegetal o de alimentos de origen animal.
Cuando estos provienen de animales, la asimilación de la proteína es mucho mayor, y el motivo es que dichas proteínas son mucho más parecidas a las nuestras, que somos animales y no plantas.
Independientemente de que un alimento vegetal posea más proteínas que uno de origen animal (la soja por ejemplo es más proteica que la carne), nuestro cuerpo “comprende” y absorbe mejor a las segundas.
En comunicación tenemos una dinámica paralela.
Las ideas, en tanto expresión de la estructura de nuestro pensamiento, pueden transmitirse y llegarnos por diferentes vías.
Al igual que las proteínas, constituyen tejidos (¿qué es acaso una ideología o un universo de nociones?), catalizan procesos que nos regulan y son elementos transportadores de pensamiento entre personas.
Podemos transmitir ideas de múltiples formas, y hay maneras más nutritivas que otras.
Las ideas que nos llegan a través de historias son mucho más asimilables, absorbibles, que las ideas que nos llegan por medio de explicaciones abstractas.
La narrativa, el story telling, es a la idea lo que la carne a la proteína (o más precisamente, lo que la proteína animal a la proteína): nuestro intelecto absorbe mejor la historia que la información impracticada, simplemente porque comparte naturaleza con ella. Pensamos contándonos la realidad, relatándonos las cosas en nuestra mente.
Las ideas dentro de historias son ideas puestas en práctica dentro de sistemas que incluyen alguna forma de contexto, que viene a ser la mesa, el plato, los cubiertos, el concepto de cena y la sal de esa carne nutritiva.
Si la historia se vuelve serie, ya tenemos la idea de dieta: multiplicamos las posibilidades de asimilación mediante un hábito.
Las ideas nos nutren si somos capaces de asimilarlas.
Las historias que nos llegan a través de personas, contienen ideas antropomórficas que se nos parecen, con las que nos podemos vestir. Esas ideas son piezas que encajan mucho mejor en el puzzle de nuestro intelecto.
Estoy seguro que más de un filósofo, hoy, preferiría poder colgar una serie en Netflix que publicar un libro de ideas.
Al menos, si lo quiere es que esas ideas sean incorporadas y nutritivas para muchos…
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