Organar

Una buena y sencilla manera de generar ideas sistémicas, orgánicas y no basadas en elementos aislados, es considerar a cualquier objeto discreto como a un órgano.
Cuando hacemos esto, casi automáticamente debemos pensar cuál es el organismo al que éste pertenecería, y con esta segunda acción obtenemos ya un grupo de nociones nuevas que son las que escalan a nivel de sistema.


Si por ejemplo conceptúo a un automóvil como a un órgano, debo presentar cuál es el organismo al que sirve (o del que se sirve, dependiendo del modelo de sistema), porque de no hacerlo no terminaría de comprender por qué es un órgano y no una totalidad en sí mismo.
En el caso del coche, podría pensar que es órgano cuyo organismo es el tráfico o la circulación entera de vehículos.
Si llego a esta noción, la de considerar que la circulación es un organismo, podré operar sobre ella de una forma muy diferente a si la viera como a una dinámica, por ejemplo.
Si pienso en un miembro de una familia -un tío o una hija- como a un órgano, y la familia pasa a ser un organismo y no un grupo o una asociación, estoy pensando ya en funciones y en flujos y en cómo puede modificarse ese organismo ante la eventual ablación (por ejemplo por emancipación), de uno de sus órganos.
Un poco más arriba decía que un órgano podía servir o servirse del organismo, y que esto dependía del modelo de sistema que tomemos.
Es un punto importante ya que tiene impacto en el concepto sistémico final y esto es sencillo de comprender con dos ejemplos.
Si pensamos en organismos vivos, los órganos están al servicio del sistema completo: los pulmones no trabajan para sí  independientemente del resto, sino íntimamente integrados “al servicio” del organismo al que pertenecen.
Pero por el contrario, órganos como un sindicato, una cámara empresarial o una asociación de consumidores, dentro del organismo social, trabajan y piensan en sí mismos: se integran al sistema para beneficiarse de él, no para servirle incondicionalmente.
Estas son las dos formas básicas de integración en un sistema, y cambia mucho el concepto sistémico si utilizamos una u otra.


Si pensar a un objeto como si fuera un órgano nos posibilita generar nuevas ideas de naturaleza sistémica, pensar entidades no objectuales como a órganos es algo bastante más interesante aún.
Tomar un objeto fácilmente separable de su contexto como un automóvil y darle entidad de órgano, si bien nos deja a las puertas de nuevas ideas, si lo pensamos no es tan osado como poner en la categoría de órgano a algo que en sí no es un objeto.
¿Y si conceptuáramos como un órgano a una dinámica, a un proceso, a una noción colectiva o un rasgo cultural?
¿A qué llegaría si pensara que el aire que me rodea es un órgano de mi organismo? ¿Y si ese órgano es común a las 5 personas que están en una habitación?
¿A qué organismo se integraría la noción de que todos tenemos una identidad única si esta noción fuera un órgano?
Si la estructura de vínculos de una comunidad fuera un órgano como lo es la fascia en nuestro cuerpo, ¿cómo exactamente sería y funcionaría el organismo en el que ésta se integra?

Organar cosas es una operación que nos permite romper con las nociones que tenemos de esas cosas, nos posibilita tejer nuevas ideas, nuevas integraciones de ideas y nuevas visiones creativas de la realidad.

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