El freezer de la devoción
Para foto fija, la devoción.
Cuando quieras congelar a alguien, comenzá a devocionarlo; cuando quieras paralizarte, demandá devoción.
La devoción pinta escenas estáticas de dos actores: el devoto y el devocionado: el primero encierra en el relicario de su mente (aunque “corazón” sería más apropiado) al segundo, y el sujeto de la devoción -si es él quien la demanda o al menos la tolera-, termina siendo un objeto acalambrado, entumecido en la sonrisa boba del primero y en la celda de su arrogancia.
La devoción es un rey Midas de la baja temperatura: congela aquello que toca.
El poder paralizador de la devoción es doblemente doble: el devoto inmoviliza a quien devociona y se paraliza a sí mismo en esa devoción, y por su parte el devocionado que acepta esa devoción, entra voluntariamente a un freezer llevando de la mano al otro.
Si uno de estos siameses mirándose al espejo en una fotografía osara moverse, el vidrio de la devoción se quebraría: esta alianza es estática o deja de ser.
Lo contrario de la devoción no es el odio, es la crítica.
El acto de la devoción y el ejercicio de la crítica están en las antípodas: la crítica mantiene afiladas las relaciones, mientras que la devoción y el odio las embotan.
Devocionar y odiar son dos congeladores, solo que uno mide la temperatura en Celcius y el otro en Fahrenheit, pero ambos congelan por igual a los involucrados.
Por qué evitar la devoción.
Hay que evitar devocionar a otro porque hay que evitar paralizar a los demás: a la gente que queremos no la metemos en el freezer, la besamos, la cuidamos, le decimos cosas bonitas.
Cuando amamos a una mariposa no la clavamos en un cuadro con un alfiler sino que la disfrutamos volando; subir a alguien a un altar es una de las formas más efectivas de sustraerlo de la vida.
De la misma forma hay que evitar desesperadamente ser devocionado, porque si lo que queremos es dejar de estar vivos, realmente hay formas mucho más efectivas (y menos dolorosas) de suicidarnos.
¿Vivir por siempre dentro de un frasco de éter o de almíbar en un estantecito de la cabeza de alguien? …mejor, no.
…Y todo esto para expresar mi profundo desprecio por el devoto y quien se deja devocionar…
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