Otras morfologías
La naturaleza de la forma no es solo visual.
Podemos pensar en una morfología táctil, en una olfativa, en una auditiva, en formas del gusto.
Podemos incluso concebir morfologías abstractas.
En relación a las vinculadas con sentidos clásicos, no debemos confundir forma con textura, por ejemplo, ni forma con otro tipo de estímulo dentro de cada aparato de percepción (quiero decir, sentido).
Ni amarillo, ni áspero, ni acre, ni dulce ni agudo son formas; pero el amarillo y lo áspero y lo acre y lo dulce y lo agudo, tienen su morfología.
¿Cuál es la forma del azul? ¿cuál la de lo amargo? Estas son buenas preguntas, y haríamos genial en intentar responderlas… “la forma de la disonancia”, “la forma de la transparencia”…
Tal vez la que resulte más marciana de todas las posibles morfologías sea la abstracta, la morfología del flujo del pensamiento, la forma de una ideología, por ejemplo.
Pero es exactamente lo contrario: esta percepción es innata e instintiva para nosotros, por más que la creamos una forma sin forma.
Este tipo de morfología es de la que hablamos cuando sentimos que nos gusta una historia o que nos encanta una persona que no hemos visto o una idea que nos cuentan. Sabemos catar las formas abstractas sin haber pensado jamás que se trataba de formas.
Es triste ver a quienes piensan solo lo que se considera pensable, aquellos que pasean su pensamiento por la acera, lo cruzan por los pasos de cebra y lo detienen cuando el semáforo está en rojo.
¿Cuál es la forma de la cobardía?
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