El espectáculo gratuito
Anoche soñé que estaba caminando por el barrio porteño de Devoto, cerca del colegio de sordomudos.
Pasaba por una librería que en realidad no existe, compraba dos bolígrafos verdes diferentes (uno marca Bic y el otro desconocido), y a la hora de pagar doce pesos (tal el precio final), noto que sólo tenía en la mano poco más de tres.
En ese momento recuerdo que durante el día había guardado un billete de diez euros en el bolsillo izquierdo de mi pantalón, por lo que meto la mano, lo saco y pago con él.
Lo del billete sucedió efectivamente por la tarde de ayer; al soñar recordé que lo tenía en ese bolsillo.
Hoy por la mañana, a partir de este sueño, se me ocurrió pensar lo siguiente: imaginemos que alguien guarda en su bolsillo un billete de diez euros.
Al llegar la noche, se saca el pantalón en cuyo bolsillo guardó el billete y se acuesta a dormir.
Una vez dormido sueña que pasa caminando por un parque de diversiones, que saca una entrada para la montaña rusa, paga con su billete de diez euros y comienza a experimentar las sensaciones bruscas de la atracción.
De hecho, su sueño es tan vívido que en la caída principal, el vacío que se le produce en el estómago hace que despierte del sueño.
Al día siguiente comprueba que el billete sigue en su bolsillo, naturalmente sin haber sido gastado. Pero la sensación de la montaña rusa, la experimentó de forma no simbólica, sino de manera real.
No le pasó lo mismo que a mí, que por la mañana tenía aún el billete pero no los bolígrafos, que sólo eran objetos soñados: su dinero onírico pagó una sensación real.
No es que tenga mucho más para agregar, simplemente todo esto me hizo reflexionar en lo autosuficientes que podemos ser cuando oficiamos de teatro de nuestra propia obra: cuando se trate de un show de esos que se dan en la cabeza -y creo que todos terminan dándose en ese lugar-, no necesitamos más capital que a nosotros mismos…
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