(* absurdas, reales y usuales)
La esencia misma de la profesión del comunicador conlleva hacer de puente; comunicar -en términos de tocar- una o más entidades y hacerles llegar un paquete que les diga algo. Esto de tocar, de hacer contacto con alguien, lo mismo puede resultar maravilloso como sumamente desagradable: lo es en la realidad física y lo es también en este escenario metafórico. A menudo, si aquel con quien uno contacta es desde algún punto de vista alguien insatisfactorio, el comunicador se encuentra de repente viviendo situaciones ridisuales, es decir, situaciones ridículas, risibles, reales y usuales por partes iguales. A continuación, dos de ellas, expresadas en términos alegóricos…
Se le llama amor porque subversión es más largo y difícil.
Saber qué es algo no significa necesariamente saber cuál es su naturaleza. Todo el mundo sabe lo que es el diálogo, pero muchísimos menos saben cuál es su naturaleza. Si trabajás en dinámicas dialécticas de comunicación, no alcanza con responder la pregunta del título diciendo: “bueno, es cuando dos personas se ponen a hablar…”, de la misma forma que a un médico no le alcanza para curar una gripe, conceptuarla como “bueno, es cuando una persona se pone a estornudar…” A continuación, una breves notas sobre la naturaleza del diálogo…
Ahora mismo todo el mundo está sorprendido y estupefacto (más algunos que otros, claro), por la flamante victoria de Donald Trump en las elecciones norteamericanas de ayer. Apenas unos meses atrás, lo mismo sucedió en el Reino Unido en relación al Brexit. Y un poco más atrás, aunque no demasiado, también se han dado un montón de situaciones de sorpresa ante los resultados de diversas elecciones y consultas populares (sorpresa por la opinión de los votantes en relación a procesos independentistas, frente al crecimiento de posturas extremas de variado signo, frente a la aparición de fenómenos sociales que resultaban más grandes, más graves, más veloces de lo que creíamos, etc.)
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