Escenas absuales* en la vida de un comunicador

escenas absuales, por ernesto alegre
(* absurdas, reales y usuales)

La esencia misma de la profesión del comunicador conlleva hacer de puente; comunicar -en términos de tocar- una o más entidades y hacerles llegar un paquete que les diga algo.
Esto de tocar, de hacer contacto con alguien, lo mismo puede resultar maravilloso como sumamente desagradable: lo es en la realidad física y lo es también en este escenario metafórico.
A menudo, si aquel con quien uno contacta es desde algún punto de vista alguien insatisfactorio, el comunicador se encuentra de repente viviendo situaciones ridisuales, es decir, situaciones ridículas, risibles, reales y usuales por partes iguales.
A continuación, dos de ellas, expresadas en términos alegóricos…

Caso I: El sastre y el detective patológico.
Había una vez un sastre que, por la propia naturaleza de su trabajo, medía con gran precisión a sus clientes.
Como su objetivo era confeccionar prendas que se asemejaran lo más posible a una piel adquirida, la exactitud era algo que no descuidaba.
Cierto día lo visita un detective, quien le dice que entre sus clientes hay un sospechoso de homicidio.
Le solicita, ante la sorpresa del modisto, tener acceso a su cuaderno de medidas.
En las semanas siguientes el detective busca -infructuosamente, como es obvio-, establecer alguna relación entre posibles comportamientos antisociales de los clientes y sus largos de manga.
Cuando ve que no arriba a ninguna conclusión, acomete la tarea de estudiar los diámetros del cuello.
El detective jamás concluye algo siquiera lejanamente serio.
El sastre se pregunta: ¿en este punto vale de algo explicarle a este hombre que esas medidas fisonómicas no guardan relación con lo comportamental?

(Cualquier semejanza con personas que establecen métricas absurdas, no es mera casualidad).
Caso II: El paciente de pensamiento mágico.
En cierta oportunidad, un paciente recurre a su médico y le describe su dolencia.
Este último, para completar su diagnóstico final, le solicita una serie de estudios complementarios a la auscultación.
Le indica que debe llevarle un análisis de sangre y una ecografía de abdomen.
El paciente, de manera completamente sorprendente, le dice a su médico que no se hará dichos estudios, y ofrece en cambio mostrarle su perfil de Instagram para que su doctor realice el diagnóstico.
El médico piensa: ¿qué cosa además de decirle que tiene cara de no tener ni idea de lo que habla podría decirle? Irrelevante es si finalmente se lo dice o no.

(Cualquier semejanza con personas que no tienen ni idea de lo que es un análisis y un diagnóstico, no es, nuevamente, pura coincidencia).

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