La locura de la inspiración
Me sorprendería muchísimo que hoy, ante la declaración de una enfermedad, el enfermo inteligente -señalo de nuevo: inteligente– le ofreciera un sacrificio a Asclepio, el dios griego de la medicina.
Lo más probable es que esta persona recurra a un médico.
Esa misma sorpresa sí se hace efectiva en mi persona, cuando veo que quienes necesitan generar ideas (en la práctica, cualquiera dentro del género humano), siguen apelando a las musas, a la sonrojante idea de inspiración, que son contemporáneas de Asclepio.
En el presente y desde hace siglos ya, pretender que las ideas “ocurran”, equivale a suponer que la salud la otorga graciosamente un dios. Las ideas se generan, se construyen, se hacen, se trabajan, se juegan, se incuban, se desarrollan, se proyectan, se diseñan, pero jamás “ocurren” ni “vienen”.
Pánico me daría depender de un creativo que necesite estar “inspirado”…
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