el individuo como libertad imaginaria
El individuo, aunque resulte paradójico, es un elemento y una imagen de gran valor para el grupo que en realidad lo rechaza, lo expulsa del calor del rebaño, y lo cancela públicamente.
Aunque haga todo esto a menudo lo usa como factor de descompresión, de manera más o menos velada: el grupo permite que cada miembro -de forma privada- fantasee con ser un individuo, se imagine inhalando el aire exterior.
El individuo de esta forma resulta en un pequeño agujero al exterior por el que pasa el aire fresco.
Lo miembros del grupo miran por él cuando no son vistos por los demás y así se descomprime su incomodidad en el interior.
Son tan pocos los miembros del grupo que mirando a un individuo se transforman en uno, que el sistema no peligra; por el contrario, se renueva la imagen aspiracional con algún que otro flamante individuo a quien espiar y con quien fantasear.
Todo sistema necesita que su rebaño no sobrepase el nivel de soportabilidad de vivir agrupado: necesita alguna estrategia de descompresión, y ésta a menudo se basa en la fantasía (ni demasiado conveniente ni demasiado impensable) de dejar de formar parte de ese grupo, o al menos de dejar de ser un par, de ser uno más.
Cuando los “uno más” pueden al menos imaginar ser “uno menos”, ser “uno más” es menos asfixiante.
El grupo, de esta forma, utiliza a su antagonista el individuo como aliado de la agregación.
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