Si fuera ministro de educación
Una de las cosas que más miedo me dan (aún más que encontrarme rodeado de tarántulas en una bañera, o imaginarme dentro de una cancha de fútbol con miles de tipos gritándome para que haga algo), son los ministros de educación.
Tengo la sensación de que piensan en sí mismos y en su tarea de una forma bastante superficial; de no hacerlo así -y a la vista de sus resultados- creo que no deberían poder dormir por las noches. Es la liviandad de pensar que su trabajo se trata de asignaturas y de contenidos, de la forma de los exámenes o de las fechas del comienzo de las clases, lo que me produce ese terror: prefiero cruzarme antes con una manada de religiosos que con un ministro de educación…
Si llegara algún día el día en que me propusieran ser titular de la cartera de educación (respiro calmadamente por sé de la improbabilidad de esto), luego del estupor y si acaso eludiera el infarto cerebral, lo primero que encargaría para estrenar mi gestión sería dos estudios.
El primero centrado en los famosos de ese país: quiénes son, porqué son famosos, qué hacen, qué expresan, etc.
El segundo estudio, enfocado en las pasiones de la gente sobre la que tendrán impacto mis decisiones: cuáles son esas pasiones, en qué esa gente invierte o gasta tiempo y/o dinero, cuál es su naturaleza, etc.
Comprender a los famosos es comprender a quienes están bajo el influjo de esa fama, es entender en qué espejos se mira la comunidad, y considerando que a los famosos los construye la sociedad y no ellos mismos, saber del famoso es saber del fan.
Comprender las pasiones de un pueblo, es comprender de qué está hecho ese pueblo, diga lo que diga y crea lo que crea.
Aún más que el “dime con quién andas y te diré quién eres”, vale el “déjame ver tus pasiones y te diré quién eres”.
Con los resultados de al menos esos dos estudios, creería estar en condiciones de formular, corregir, compensar o adaptar, por ejemplo los planes de estudio, y no solo contemplados en términos de contenidos, sino también de filosofía de educación, de dinámicas, de recursos, etc.
Dicho todo esto, cuando me llegara el primer estudio diciéndome que en Argentina famosos son Maradona y sus descendientes, Mirtha Legrand y sus descendientes, Tinelli y sus descendientes y Susana Giménez y sus descendientes, y cuando el segundo trabajo me corrobore que entre las pasiones nacionales están el figurar como sea, o el creerse lo que no se es, lo que nunca se fue y lo que jamás se será, lo más probable es que en ese preciso instante presente mi dimisión.
Y dado el último giro de este breve artículo, queda claro que ha sido estúpido ponerse a escribirlo…
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