Decálogo de motivos para no asistir a las reuniones de fin de año – Parte 2
Una vez más (haciendo ellas uso de una costumbre de dudoso gusto, casi patológica, de presentarse cada 12 meses), tenemos encima las fiestas de fin de año. Familiares y laborales, -y sigo sin descubrir cuáles son menos motivantes.
Y la tendencia que sagazmente detectáramos hace un tiempo, con la publicación del primer decálogo, sigue siendo la de esgrimir excelentes motivos de declinación; jamás excusas de bajo nivel para no asistir a ellas.
Acompañaremos este año cada brillante razón con una recomendación ya gestual, ya prosémica, ya actitudinal.
Si después de aplicar estos tratamientos recibiera una nueva invitación a una celebración de fin de año -o de cualquier otro tipo, en realidad- podrá quitarse la vida sin la preocupación de pensar que no lo ha dado todo de sí.
1- “La idea me fascina, pero le aseguro que no iré. Mi terapeuta me recomendó abandonar la fascinación que me producen las cosas desagradables.” [Acompañe esta declaración con un rostro adusto, como el que tendría si su médico le anunciara un cáncer de páncreas]
2- “Es completamente lógico que me invitéis a pasar la navidad con vosotros. Lo absolutamente ilógico sería que yo aceptara.” [En esta oportunidad la gestualidad debe ser análoga a cuando uno revela una cosa nunca antes pensada]
3- “Me resulta imposible asistir a la fiesta de fin de año de la empresa, señor Rosamonte, gerente regional de insumos ligeros. El motivo, es que pertenezco desde hace unos dos meses a una logia abocada a la calidad de los encuentros, y ya estoy muy aficionado.” [La actitud recomendada al pronunciar esta razón, es una expresión placentera en el rostro, acompañada con las manos relajadas a ambos lados del cuerpo]
4- “Por favor, olvídense de que vaya. Pero lo que sí les pediría es que recuerden este momento dentro de doce meses.” [Luzca ese gesto cortés que suele utilizar cuando le recuerda a alguien algo]
5- “Honestamente, no recuerdo ahora mismo por qué no podré ir a la reunión familiar en casa de la tía Sara. Pero estoy casi seguro que lo recordaré antes de tener que ir…” [La clave aquí es la honestidad: transmita honestidad]
6- “Posiblemente vaya. Probablemente me lo replantee. Seguramente no iré.” [Enfatice este ya fuerte razonamiento enumerando con los dedos los tres estadios. Antes que el otro reaccione, déle un beso y váyase]
7- “¡Qué asombroso que el personal de la sucursal 33 norte quiera reunirse el día 23 por la noche!… y, ¡cómo me repelen las cosas asombrosas!” [Una vez más, deje que el silogismo concluya en la mente del receptor. No lo remate, sólo sonría con afecto y comience a caminar lenta pero decididamente]
8- “Querido cuñado, ¡claro que me encantaría compartir nochebuena con ustedes! Ocurre que últimamente me he venido portando mal, y merezco castigarme privándome de vuestra presencia. No, seré inflexible en mi correctivo”. [Como es obvio, la idea a anclar con la gestualidad aquí es la de la temperanza y la incorruptibilidad]
9- “Gómez, Fernández, Pérez Bernardino: GRACIAS. Merecen ustedes la mejor de las compañías en estas fechas, y yo, no estoy a la altura.” [Contraiga los músculos de la frente, como quien dice: “es usted un santo y su imagen me sobrecoge”]
10- Finja un infarto -o tener cólera, si lo suyo no es lo histriónico- 3 minutos antes de que lo inviten a esa reunión. Sé que esto parece más bien una excusa, pero si los demás se lo creen, será una excelente razón…
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