Aislamiento y carencia (art by ofenders)
Cada año en Londres, hacia finales del mes de septiembre, el Koestler Trust entrega premios en el marco del programa Art by ofenders a artistas en situación de reclusión.
La idea detrás de este programa es la de promover la expresión artística en personas que cumplen condenas en prisión, pacientes detenidos en instituciones mentales y detenidos por violación a leyes migratorias en el Reino Unido.
Los trabajos seleccionados son expuestos durante poco más de un mes en el Southbank Centre de la capital británica.
Observando detenidamente los trabajos premiados en ediciones pasadas, junto con las presentaciones de dichas obras realizadas por sus autores, salta a la vista no sólo que éstos experimentan el sufrimiento, sino también qué tipo de sufrimiento en particular.
En los casos de quienes cumplen condena o han sido señalados como inmigrantes irregulares, los dos temas más recurrentes son el aislamiento y la carencia.
El aislamiento, el sentimiento de que han sido separados, escindidos del resto del mundo, se verifica en obras que:
-
Intentan comprender, mirando desde el encierro, qué hay “del otro lado” (el artista se siente “fuera”, alejado y reflexivo del lugar del que proviene, pero que ya no habita)
-
Observan al mundo con miedo (pensando esencialmente en el retorno, en la reinserción, el sentimiento dominante es de temor, el de estar sometido a la amenza del retorno)
-
Aprovechan la lejanía para la reconstrucción del vínculo con los demás (ya fuera de un entramado disfuncional de relaciones, el artista pretende replantear sus vínculos con los otros, haciéndolos más sanos)
-
Convierten el aislamiento en una herramienta de superación (el autor, solo, aislado, intenta mejorar lejos de la influencia negativa del mundo abierto)
- Se tornan meros mecanismos para “llenar” la gran disponibilidad de tiempo (el artista organiza y compartimenta el continuum de tiempo vacío en su aislamiento).
La carencia, sea por pérdida o por toma de conciencia de aquello que nunca se tuvo, está presente en piezas que:
-
Idealizan aquello que no se posee (la carencia sostenida hace que el autor idealice lo perdido o lo nunca poseído)
-
Desarrollan la autoestima (la actividad artística como demostración de que se puede generar belleza)
-
Son evocativas del pasado en libertad (imágenes de un pasado mejor que son recuperadas en el presente para conservarse)
-
Rescatan, traen al presente las relaciones afectivas más añoradas (en oportunidades para utilizarlas de sostén; muchas veces como una búsqueda del perdón)
- Recrean placeres fuera del alcance en cautividad (la obra como remplazo simbólico de lo que no se posee).
También se observan obras en las que gravitan de forma muy integrada estos dos ejes de aislamiento y carencia, como aquellas en las que se expresa la pérdida de vínculos afectivos por el aislamiento, o las obras que reflexionan sobre lo perdido como consecuencia del encierro.
En estas es impactante el deseo de “no dejar ir” y “la gradual pérdida del contacto y del recuerdo”.
En relación a las obras producidas por detenidos en instituciones mentales (con enfermedades de varios tipos, casos de ex-combatientes, etc), el tema dominante es el paisaje, el momento interno, aquello que habita y ocupa la cabeza.
El artista se vale del arte sino como terapia, como método de observación y comprensión de sí mismo, de sus bucles, de su encierro antes en su mente que en su celda.
En todos los casos, el arte -aún en la forma más inmediata y carente de pretensiones superadoras de lo material, como lo es la artesanía-, ayuda a todos quienes se acercan a él, ya sea produciéndolo u observándolo.
En estas situaciones concretas, esclarece sobre el sufrimiento de vivir en una tangente.
Post a comment