El diorama

El diorama, por Sir Alexander Percy Blake

Entonces atrapó a un castor, lo mató y lo embalsamó.
Luego a otro, a otro y a siete más, dándoles luego igual tratamiento.
Juntó troncos, bastante tierra, musgo -que días más tarde se secó-, algunos juncos y hierbas.
Dispuso todo en un gran gabinete semicircular y hacia el fondo, sobre la madera combada pintó un cielo y unas montañitas.
También representó un río que llegaba desde lejos.
Encendió unas luces que simulaban el sol de las seis de la tarde en otoño, y cerró las puertas del mueble.
Descansando un poco se sentó, y mirando por un agujero del tamaño del ojo de una cerradura, se dijo: “qué preciosa que es la Naturaleza…”

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