nunca desprecies al consenso

Es bastante común -diría que hasta un verdadero sesgo cognitivo- el ignorar o el relativizar el valor de un grupo o una tipología humana cuando se está fuera de ese colectivo o se es de otra forma.
Sucede con muchos grupos de identidad, estén estos basados en género, etnia, capacidad, clase, nacionalidad, afición o cualquier otro parámetro.
En esta oportunidad me gustaría señalar la desvalorización que el perfil innovador y productor hace de quienes no se definen identitariamente de esta manera.
Para quienes producen e inventan, quienes consumen y adoptan aparecen como personas con un valor menguado: centrados dominantemente en la generación, ven a quienes no lo hacen como si valieran menos.
La idea -que ni siquiera debe ser expresada-, es la de interpretar la creación ya como una necesidad natural, o como un don o habilidad especial: desde esta posición quien no genera, o tiene un problema de desarrollo o una incapacidad (entendida con la odiosa noción de minusvalía).
Lo que parece ausente en estos perfiles, es el reconocimiento del valor de la estandarización, que conlleva la aceptación y el uso recurrente de lo nuevo.
Sin estos colectivos “no-productores” pero usuarios y proclives a la adopción, la innovación y cualquier tipo de creación se vería inmensamente disminuida y hasta carente de sentido práctico.
No se avanzaría ni mejoraría en algún sentido sin quienes estandarizan lo que otros inventan, aclarando de antemano que no se trata por supuesto de grupos diferentes.
Quien inventa una nueva forma de transporte, por ejemplo, mientras lo hace se sienta en una silla no inventada por él y se calza con algo que viene usándose desde hace mucho: está siendo a la vez creador y estandarizador.
Y por su parte, quien adopta algo hecho por otro, en su uso singular no pocas veces ha creado nuevas funciones no contempladas por el diseñador original.
Si hoy por ejemplo no salimos a matar a otros, es mucho más por el poder estandarizador del grupo que nos rodea, que por quien haya escrito el mandamiento por primera vez, cuando esto era una idea fundacional. Al final lo que más incide en que algo sea es el consenso de volverlo estándar y no el brillo de su concepción.Si el motor creativo nos permite dar un paso adelante, la estandarización nos posibilita no dar un paso atrás.


La idea de fondo sobre lo que todo esto descansa y más me atrae, es la que señala que la realidad está (estadísticamente) más moldeada por los “no-protagonistas” que por éstos.
Por esta razón quienes no ostentan el protagonismo devenido de la percepción tradicional de singularidad (en cristiano, “la gente” y todos los nombres colectivos singulares que usamos), son tan hacedores de realidad, tan creadores de lo que pasa…

Post a comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *