El Instituto Imperial de las Nubes
Como todos saben, en el Instituto Imperial de las Nubes los más reputados expertos estudian, disertan y regulan las formas correctas de nubosidad.
Bienalmente publica el Tratado y Diccionario General de Nubes -hasta 2017 esto se hacía todos los años-, conocido coloquialmente como TraDiGeNu, donde se especifica la buena y la mala nubosidad, lo que puede y lo que no puede darse a determinada altura en la atmósfera.
Allí encontramos por ejemplo, que un cúmulo correcto no debe presentar ninguno de sus lóbulos exageradamente desarrollado en relación a los demás (que no deberían pasar nunca de 8 en zonas subtropicales y de 6 en regiones más frías), que un cirro será mal visto si adoptara una coloración demasiado clara, o que un nimbo jamás podrá considerarse canónico si dejara pasar demasiada luz solar a través suyo.
A pesar de conservar y hacer respetar el dogma nefológico, los expertos del Instituto demuestran cada tanto cierta apertura a nuevas propuestas y morfologías, que luego de deliberaciones no exentas muchas veces de discursos acres, hace que se incorporen nuevas formas correctas de nubes en el adendum correspondiente.
Lo sucedido el 16 de agosto de 2005 en Lituania con aquella nube en forma de pene, marcó uno de los casos más encendidos del Instituto Imperial: ¿era correcta aquella forma? ¿estaban acaso la nefología y la moral llamadas al debate? ¿se podía permitir que señoritas del instituto alzaran la vista al cielo?
Aquel debate, que duró 6 meses más que la forma de la nube, que en cosa de media hora se convertiría en la cara de Ronald Reagan y luego en una espumadera, se zanjó con la recomendación especial de “no motivar -de hecho deprimir cuando no reprimir-, la actitud de mirar hacia arriba a los niños cuando la nubosidad imperante impertinentemente presente formas de genitales. No importa -en absoluto- si está lloviendo o no.”
Apenas dos meses más tarde, esta vez en Idaho, Estados Unido de Norteamérica, apareció en un cielo relativamente despejado una nube con forma de perrito salchicha.
Los expertos del I.I.N., con menos presión que en el caso precedente, llegaron a la conclusión en el TraDiGeNu del siguiente año, que se permitían las formaciones nubosas con aspecto de mascotas, siempre que estuvieran en actitudes y posturas de paseo.
En un brindis de rotarios, hace apenas 4 meses, alguien alzó su copa y pidió el reconocimiento tanto del Instituto Imperial de las Nubes como de la Real Academia Española, organizaciones “rectoras, vigilantes, guía…”, como él mismo dijo.
Afuera, en el mundo real, nubes y hablantes siguen felizmente meando lluvia y sacando la lengua…
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