Lo underground y lo berreta.
Ser under es una cosa, y ser un berreta* es otra muy diferente.
Al verdadero under le molesta que se lo meta en la segunda categoría, pero el berreta a veces busca el ropaje del primero para elevar su status: no es que lo que yo hago sea horroroso, soy “under” y eso “genera rechazo”.
Esto no significa que ambas categorías sean autoexcluyentes; yo he visto muchas cosas que marcaban en los dos casilleros (infinidad de bandas, publicaciones, eventos, etc, que eran under y berretas, o simplemente una mierda sin más).
Creo que el parámetro que fija lo underground, o mejor dicho aquello que nos permite señalar algún producto cultural como underground, es su vínculo con el status quo: lo under en esencia desprecia lo mainstream, rechaza aquello que conserva el conservador.
Es inherente a lo under, y es parte esencial de su identidad algún tipo de choque con lo establecido, con el estado aceptado de las cosas.
Lo berreta, es sencillamente algo malo, de mala calidad en algún sentido: lo mal concebido, lo mal performado, lo que está fatalmente hecho en algún sentido gravitante. Y muchas veces se traviste -o pretende hacerlo- de under, para encajar el rechazo, la simple falta de eco, de éxito.
Esta diferencia es obvia y no es el propósito de este artículo señalar lo que todos sabemos.
Sin embargo separar diáfanamente ambos, nos deja reflexionar sobre posibilidades no tan manifiestas.
Una de ellas es la que contempla la combinación de under y popular.
Aparentemente categorías que se excluyen mutuamente, pero que de darse en ausencia de lo berreta, terminan conteniendo productos súper interesantes.
Antes decía que lo underground desprecia lo mainstream, pero para ser más preciso, lo que desdeña de este tipo de producto es su esencia, no su circuito de distribución o su alcance.
Cuando desde la tarima de lo under alguien denuesta, ataca algo mainstream, lo hace en contra de la esencia de ese producto, de lo que éste contiene y significa, no pensando en si lo aprueba mucha gente. Si el juicio de invalidez se basara sólo en esto último, el juicio sería inválido.
Lo underground puede no señalar lo mainstream de manera explícita; muchas veces sólo existiendo marca el rechazo a su antagonista convencional.
Por citar algunos ejemplos de under y popular a la vez, tenemos el caso de la serie británica The Prisoner, de 1967.
El mensaje de su guión es profundamente underground, anti-mainstream, decididamente crítico del control invisible del Estado y defensor a ultranza de la libertad y el respeto al individuo.
Sin embargo, al terminar la emisión de esta serie en 1968, su popularidad era tal que el actor principal no podía moverse con normalidad por Londres: era una estrella acosada por el público.
Otro caso de underground y popular lo marcaron en una época cercana a su origen los Rolling Stones.
Esta banda, posiblemente no de forma planeada sino más bien intuitiva, comenzó a representar la contracara de la juventud aceptable, el lado rabioso de una generación que desafiaba a la anterior, que reclamaba su espacio con un lenguaje y herramientas desconocidas.
Lo under no es antónimo de berreta ni de popular, no es necesariamente original ni escaso de recursos en su producción; caminar lo under es básicamente estar en desacuerdo con las buenas costumbres de los acostumbrados a lo establecido.
* Si sos hispano parlante pero no conocés este término argentino, remplazá “berreta” por “cutre”, “chafo”, “gacho” o como quieras que le llames a algo de malísima calidad.
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