Diseño y carne crecida
Está clarísimo que no se puede comparar a un nogal o a un ciervo con un tumor o una verruga.
Los primeros pueden presumir de diseño, mientras que los segundos no saben ni cómo se escribe esa palabra.
Mientras que en un nogal o en un ciervo cada gramo, cada milímetro de diseño está justificado (no porque alguien lo haya proyectado, claro, sino porque en la competencia el uso vivo lo ha validado), en un tumor o una verruga nada va más allá de lo más inmediato.
El ciervo es un diseño estratégico, mientras que el tumor, es un estúpido obsesionado por el día a día que no tiene idea de cuál será su siguiente paso (¿puede acaso haber algo más idiota que matar el 100% de aquello de lo que se vive?).
No sé, se me ocurrió reflexionar sobre esto al observar a tantísimas personas y ver cómo se desarrollan profesionalmente.
Existen los diseños, mujeres y hombres funcionales y explicables estén donde estén y cumplan la función que cumplan.
Podrán ser nogales, osos, tiburones o vampiros, pero cada uno en su rol, funciona.
Existen también las verrugas, completamente fuera de toda competencia y sin competencias; que estén o que las saquen reviste un interés apenas estético. Puede que no lo sospechen, pero son lo suficientemente inocuas como para no seguir hablando de ellas.
Y por último están los tumores que sólo crecen por crecer, sin orden ni concierto, que existen por la única razón de existir; una suerte de egocentrismo tumoral. No tienen función, no funcionan y por algún motivo revisten cierta toxicidad, cierto peligro.
A estos últimos, es preciso sacárselos de encima volando…
Post a comment