la arquitectura relacional
Qué es.
Hace muchos años ya en el ámbito de los medios sociales -muchos en serio, algo de nueve o diez, lo que equivale a decir casi veinte en el entorno digital-, no se hablaba siquiera de perfiles profesionales en relación a los social media.
Quienes más sabían del tema eran los heavy users; aquellos usuarios que se metían en todo, que se registraban en cuanta plataforma aparecía, que creaban un perfil detrás de otro, probando las dinámicas sociales que se iban desarrollando y conociendo.
Bastante tiempo después, se comenzó a hablar del muchas veces tristemente célebre community manager, a menudo con la falsa idea de que era una suerte de perfil único (algo así como lo es el oculista en cuanto a la salud de los ojos), cuando a todas luces es apenas un perfil táctico, es decir, parcial.
Más tarde aún, cuando esta última característica -me refiero a la condición táctica del community manager– se fue poniendo en evidencia, si bien con varios nombres se hizo evidente la necesidad del “estratega social”; aquel que dibujaba el mapa por el que el community tendría que andar.
Luego, con una mayor cantidad de conocimientos en torno de los medios sociales, y de las dinámicas que en ellos tienen lugar, aparece el arquitecto relacional: el perfil que más allá de fijar las estrategias a seguir en determinadas plataformas, es quien directamente diseña dichas plataformas.
La arquitectura relacional es entonces la disciplina que trata del diseño de las plataformas sociales.
Esto involucra el estudio de varios aspectos centrales en estos medios, tales como las esferas de la creación y la gestión de la identidad del usuario, la esfera vinculatoria, el modelo de contenido social, y todo lo relacionado con su tratamiento y distribución.
Cuestiones no menores lo son las dinámicas de reputación, de ludificación, de creación de presencia, de filiación y de apropiación de contenido.
Por qué nace.
La arquitectura relacional nace de la necesidad de una integración orgánica de todos los conocimientos afectados a la creación de medios sociales.
El estratega, hasta ahora el perfil más senior, puede señalar qué hacer en una determinada plataforma, pero siempre y cuando dicha plataforma ya esté creada, todos su flujos ya establecidos, todos sus sistemas ya integrados.
El arquitecto relacional es quien fija el diseño más general, las formas más estructurales de una plataforma social, es quien fija qué función es llevada a cabo por un órgano y cuál por todo un sistema, producto de la asociación de varios órganos.
Para poner un ejemplo gráfico, podemos decir que cuando lo que debe crearse es una plataforma de curación -digamos un Scoop.it, un Pinterest, un Pearltrees-, será el arquitecto relacional quien determinará que la o las dinámicas de apropiación de contenido serán más importantes que las vinculatorias, por lo que, dependiendo de cuán ligera o profunda sea dicha plataforma de curación, priorizará siempre la gestión de colecciones por sobre las capacidades de comunicación entre usuarios.
Si en cambio, lo que tiene entre manos es una red social, las prioridades serán exactamente inversas. Y deberá fijar el detalle de todas ellas.
Sintetizando, la arquitectura relacional nace porque se pone en evidencia que más allá de lo puramente actitudinal del usuario en los entornos sociales (trabajo para los perfiles estratégicos y tácticos), existe la forma, la estructura misma de estos entornos, y alguien tiene que ocuparse de definirla.
Cómo entender la arquitectura relacional.
La arquitectura relacional debe entenderse como una disciplina proyectual y muy compleja, ya que sus productos no son mecanismos, sino organismos producto de la integración de múltiples sistemas íntimamente relacionados.
Una plataforma social, por más sencilla y acotada que sea, involucra siempre el desarrollo de muchísimos elementos que se imbrican de tal forma, que la modificación de uno de ellos conlleva siempre la alteración de al menos otros más, como sucede con los organismos vivos.
Las piezas del software social, deben contener la complejidad e imprevisibilidad de las dinámicas de múltiples identidades en juego, siendo su desarrollo tan complicado como los de las piezas del urbanismo, los códigos jurídicos, o los objetos del diseño genético.
(Artículo publicado en la revista Interactiva de Abril)
Pingback: Fractalogue – La endogamia | ernesto alegre