status tamagotchi
Escribimos cómo estamos, qué pensamos, qué estamos pensando ahora, qué vimos, qué escuchamos, qué nos pasó.
Muchos creen -y dicen desde sus status en Facebook o desde Twitter- que quienes CUENTAN todo el tiempo las cosas que les pasan, piensan o ven, son idiotas. O exhibicionistas, o egocéntricos.
No visualizan el hecho de que el streaming de presencia, se ha convertido en parte de nuestra posición social.
Lo que se da en nuestro status -hablo de lo que decimos en nuestro status de Facebook o en 140 caracteres- no es en realidad un story telling de cosas que vivimos o pensamos, sino una narración liviana de nosotros mismos; en este momento somos en la medida en la que podamos contarnos a nosotros mismos. Somos nuestra narración en streaming…
Si nuestra presencia se da cuando decimos (cuando NOS contamos a los demás), somos sólo si decimos; si no tenemos nada para compartir, nada que decir sobre algo que hayamos visto, que nos haya gustado, que nos inspire un comentario, un link, una foto o un video, en ese preciso momento, al no tener presencia, por definición desaparecemos.
Y esto es lo que quienes descalifican a aquellos que se han licuado en el flujo no entienden: hablar de sí, en este contexto no se trata de narcisismo, sino de identidad, del hecho mismo de ser.
Esta necesidad de presencia -recordemos que cada gota de agua pasa muy rápido cuando lo que observamos es un río- hace que tengamos que darle de comer muy a menudo a nuestro status. Éste se transforma en una entidad demandante que efectiva su existencia a partir de vehicular contenido; por eso nos pide de comer todo el tiempo, por eso nos pide que contemos algo.
Y como aparte de darle de comer debemos cuidarlo (ni más ni menos que como a nosotros mismos), nuestra identidad fluida se comienza a parecer a un tamagotchi que, ante el abandono, muere.
¿Qué es entonces nuestro status en los diferentes medios sociales que lo permiten? Historias identitarias, narraciones mediante las cuales contamos quienes somos…
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