la conversabilidad

Iba a comenzar este artículo diciendo que “como vivimos una notoria aceleración de la aparición y caducidad de nuevos eventos, así como un geométrico aumento de la producción de los mismos, terminamos generando e identificando primero al objeto particular y recién luego su arquetipo y características universales”, pero no lo voy a hacer.

Lo que hubiera querido decir con esa kilométrica frase -de haberla llegado a escribir- es que hoy nos vemos impactados por una enorme cantidad de “cosas nuevas que pasan” (desde nuevas manifestaciones de los cambios de paradigmas culturales en pleno desarrollo, hasta modificaciones triviales en las herramientas que usamos para hacer las cosas) y no tenemos la suficiente perspectiva para detectar universales que superen a ese evento singular y nos ayuden a enmarcar su aparición.

Pero bueno, finalmente me decanté por no comenzar este artículo de esa forma, porque realmente no me consta que esto sea una característica de nuestro presente, de nuestro omnipresente y omnisciente “ahorismo”, sino que tal vez haya sucedido siempre en la historia, sobretodo en la medida en la que nos centremos en disciplinas sin método.

Si pensamos en la ciencia, muchas veces ha sucedido como decía más arriba: a partir de un evento o fenómeno particular, se intenta generar la ley que lo explique, enmarque, contenga, pero otras veces ha sido la ley, el método, quien ha precedido al descubrimiento del objeto específico. Pienso por ejemplo en la tabla periódica de elementos, que “sabía” de la existencia de varios elementos químicos aún antes de haberlos podido verificar empíricamente.

En términos del estudio general de las diferentes manifestaciones de la revolución social que tenemos la suerte de vivir actualmente, y que desde un punto de vista estricto no puede ser llamado aún disciplina, ya por la falta de método, ya por la vaga definición de su objeto de estudio, nos encontramos permanentemente ante “singularidades sin marco ni arquetipo”.

Sólo luego del descubrimiento específico, comenzamos a entrever líneas que superan ese caso particular y ensayamos algún modelo arquetípico que nos hable de cosas menos anecdóticas.

Sirva esto de preámbulo a un concepto que me propongo presentar aquí: la conversabilidad.

Muchas veces nos encontramos con contenidos, identidades, conversaciones y diálogos que generan flujo conversacional, en contraposición a otros que no logran la apertura del mismo.

Habitualmente se habla de viralidad en referencia a las piezas con una alta conversabilidad, pero siento que eso no es correcto, ya que viralidad es un concepto necesariamente relacionado a la distribución de un contenido, y no a su estructura o dinámica interna.

La conversabilidad habla del objeto conversable en sí, aunque sea verificable a partir de las interacciones con todos los agentes del diálogo en el que existe.

Permítanme entonces algunas definiciones de conversabilidad:

La conversabilidad es al diálogo lo que la usabilidad a la interface y lo que la jugabilidad al juego; la conversabilidad es la usabilidad y la jugabilidad del diálogo.

Expresado de forma prolija, la conversabilidad es la calidad conversable de un contenido, identidad, conversación o diálogo; es decir, lo que determina cuán fácil -ya sea en términos de interés/convocatoria, riqueza de explotación, capacidad identitaria, etc.- es dialogar sobre, con o a partir de algo.

 

Post a comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *