Pragmático, práctico y astigmático.
Había una vez tres personas que vivían cerca de un pequeño bosque, y un poco más lejos de otro.
El bosque pequeño y cercano, por sus condiciones de escasa luz y humedad, tenía árboles que producían frutos de mala calidad. El bosque más lejano y de acceso más dificultoso, ofrecía mejores frutos y de mayor variedad.
El primero de estos hombres, a la hora de preparar la cena, salía de su casa y caminaba unos pocos pasos hasta el bosque cercano.
Recolectaba frutos de pobre calidad casi sin esfuerzo, y los llevaba a casa para preparar la comida. Era el hombre pragmático.
El segundo de los hombres, ante la necesidad de preparar su cena, se dirigía con mayor esfuerzo que el primero hacia el bosque más lejano.
Tras recolectar frutos de mejor calidad y variedad que los que hubiera encontrado en el bosque cercano, se dirigía a su casa para preparar su comida. Éste era el hombre práctico.
El tercero de los hombres, con la misma necesidad de cenar que los otros dos, salía de su casa sin rumbo fijo.
Pasaba por los dos bosques, comía alguna fruta por el camino -a veces del primer bosque, a veces del segundo-, se detenía a observar el terreno, contemplaba la ubicación de los árboles, oteaba el estado del tiempo.
A la hora de cenar, volvía a casa sin haber recolectado frutos, pero con algo en el estómago. Era el hombre astigmático.
Resulta muy curioso comprobar cómo estas tres actitudes arquetípicas ante lo proyectual, pueden asimilarse a diferentes culturas.
Es muy cierto aquello que señalaba Lord Byron, que “generalizar es oscurecer”, pero no menos cierto que la generalización, aún injusta con las minorías y los detalles, sirve para palpar y comprender las formas de las grandes cosas como las sociedades, las culturas o las décadas.
De las pocas culturas que más o menos conozco por haber interactuado con ellas, me parece muy clara la relación entre la cultura española y el arquetipo pragmático.
El español, siempre con la salvedad de Byron, “va a lo que va” (esta es una expresión común en su lenguaje, y viene a significar algo así como “no se anda con rodeos”, “no marea la perdiz”), identifica un objetivo e intenta conseguirlo de la forma más directa posible.
En su actividad proyectual no problematiza, sino que pasa lo más inmediatamente posible a la acción táctica.
En el ejemplo de los tres hombres, el pragmático identifica el objetivo (alimentarse), reconoce una norma (la costumbre estandarizada de la cena) y sale rumbo a la obtención de comida de la forma más inmediata posible.
De igual forma a la que asimilo lo pragmático a lo español, me sucede con lo práctico y lo británico.
El británico se me presenta como un hombre práctico, que aún teniendo siempre presente su objetivo, antes de pasar a lo táctico contempla lo estratégico.
Problematiza a la hora de proyectar, pero sólo lo necesario para sacar el mayor provecho de sus acciones productivas: es una instancia estratégica para llegar a su objetivo, pero de la mejor forma.
En el ejemplo de los tres hombres, el práctico identifica el objetivo (alimentarse), reconoce una norma (la cena), evita el bosque cercano y se dirige al lejano, (hace primar la calidad -aún demandante de mayor esfuerzo- a la facilidad del trabajo y la consecuente pobreza de los resultados).
Por último, no puedo dejar de ver la gran similitud entre el astigmático (tomando al astigmatismo metafóricamente como pérdida del foco en la visión), y el argentino.
La cultura argentina se entrega a la problematización sin un foco definido, casi olvidando el objetivo o la utilidad de esta práctica.
Llega a perderse en el instrumento, como alguien que olvidando que iba a clavar un clavo, se dedicara a contemplar, teorizar y generar conocimiento en torno del martillo.
En el ejemplo de los tres hombres, el astigmático identifica pero pronto olvida haciendo peligrar su objetivo (alimentarse), atenta contra la norma (la cena que finalmente no tiene), y se pierde en la problematización sin foco definido (realiza observaciones y reflexiona sobre cosas que no integra en un circuito que les den organicidad práctica).
Para poner un último ejemplo de lo que creo que es ser una persona astigmática, confieso que esto lo estuve escribiendo cuando en realidad tenía que dedicarme a otra cosa completamente diferente. Y además, necesaria.
6 Comments
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Eduardo E.Santos
Interesante tus comentarios,te estoy siguiendo ..vía twiteer .Regards.ESP!
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ALBERT kowalski
Bueno, a mi me pasa muchas veces, lo de porcrastinar teniendo tareas más importantes. Como por ejemplo ahora, que fui a buscar el diccionario de sinónimos en la pestaña donde ayer abrí el enlace a esta entrada que no recuerdo de dónde la saqué. Sucede que si no te contesto, me quedaré con una desazón que me hará runrún en la cabeza y me impedirá seguir con lo que estaba, así que, siendo pragmático, mejor dejo un comentario rápido y puedo volver a lo mía con paz de espíritu. Un saludo desde Galicia.
Mariano
Veo con claridad ahora que el absurdo traspaso de atributos del 10 de diciembre no es absurdo sino astigmático.