La idea que no cabe
Es algo sabido, y realmente no aporto mucho al decirlo: hay ideas que encajan, ideas que no, ideas que se quedan cortas e ideas que se hacen a medida.
Estos no son por supuesto todos los tipos de ideas que se pueden construir; sólo algunas categorías que las tipifican en relación al contexto en el que se pretende hacerlas vivir.
Y están también las ideas que no caben, que vendrían a ser primas de las que no encajan, pero que no tienen vocación de patito feo o de oveja negra como éstas, sino más bien de presidentes de otra nación, de regentes de un espacio diferente.
Ante estas ideas, uno debe ser consciente de que lo que le espera no es sólo exponerla de forma clara, sino embaldosar primero el suelo donde piensa apoyarla, porque de no hacerlo, ésta correrá el riesgo de hundirse.
La idea que no cabe, es hija de la imaginación y no de la creatividad, y no puede ser juzgada -porque no puede ser pensada- desde la cabeza que representa la pequeña habitación incapaz de darle domicilio.
Las cosas que hacía Hendrix con su guitarra, el tamaño del éxito de los Beatles, la estructura en red y el primer símbolo de una cosa, fueron cada uno en su momento, ideas que no cupieron…
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