la cultura del blur
Cultura sharp.
Hace unos meses, leía la edición de la revista Monocle dedicada a Alemania: “Why the world needs the new Germans”, decía su tapa.
Aunque no explicitado de esta forma, lo que ese número se proponía era llegar hasta la molécula alemana, para definir su composición, su identidad última.
La publicación británica nos permitía descubrir qué hace de Alemania la nación que es, relevando no sólo los números de su economía y plasmando muchos otros datos de su cultura, sino dejándonos entrever cómo es la “máquina de ser” del alemán.
Esto lo conseguían entrevistando a alemanes de varios puntos del país, de varias profesiones y oficios y de varios sexos y contexturas socioeconómicas.
Se repetía en los entrevistados la sorpresa de que alguien quisiera saber cómo eran los alemanes; ellos se consideraban carentes de interés y hasta aburridos.
También se imponía un concepto identitario: la rigurosidad.
Al final la idea que a mí me quedó de este país, de esta cultura, es la siguiente: Alemania es la consecuencia de que los alemanes sean como son.
Cultura blur.
Cuando pienso en mi cultura, en la cultura argentina, aquella de la que soy producto, el concepto que creo que una masiva mayoría de los argentinos toma como cierto es: Argentina es la causa de que los argentinos seamos como somos. Es decir, simétricamente al revés.
El argentino, tan poco concentrado, enfocado, tan poco riguroso -de hecho la rigurosidad misma es algo que genera estrés entre nosotros-, tiene en su arquitectura de las últimas décadas la creencia en que siempre hay “otra cosa primero” (y en medio), la fe en la enorme gravitación de “los otros”.
En nuestra cultura la conexión entre “yo” y el primer paso hacia la concreción de la cosa, está quebrada; siempre algo -que no somos nosotros, que no soy yo- se interpone.
Y al sentir que hay factores determinantes que son ajenos a mí, que no puedo modificar, que vienen “de afuera”, me quedo sin hacer. Hablo, opino, teorizo, señalo, pero no hago, no acciono.
Es desesperante comprobar cuán dados somos a creer en lo increíble y descreer de lo comprobable.
Cuán el argentino es feligrés del mito y escéptico de las cosas…
2 Comments
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ernesto alegre
Gracias Cris. La verdad es que no sé categóricamente cuál es la solución a este kilombo nuestro.
Personalmente no creo que “nos haya tocado”, creo que las cosas son como son porque así las hicimos.
A un tipo lo puede cagar un pájaro cuando camina por la calle, y él más o menos no tiene responsabilidad en eso (digo “más o menos” porque el tipo puede estar caminando justo por debajo de una cornisa donde ve que hay dos millones de palomas apuntando) pero lo que haga después de que el pájaro lo cagó, eso sí ya tiene que ver con él.
Pienso que nosotros somos muy de “charlar” las cosas, muy de llevarlas, como vos decís, al diván, y en ese tratamiento eterno de la imagen de la cosa, nos olvidamos de la cosa propiamente dicha.
¿Por qué Argentina eligió esto que le pasa? Me animo a decir que porque es mucho más fácil ser Argentina que ser Alemania: es más fácil hacer las cosas “más o menos”, que romperse el culo hasta que algo quede perfecto…
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cri
Groso Ernest! zarpados los alemanes no aflojan……..Me siento absolutamente definida en la descripcion del ser argentino , de hecho es “el tema” pa llevar a diván ,posta. Ahora me pregunto que solucion hay ahora que sé que esta caracteristica (tara.defecto…:) no tiene su origen en mi biografia personal sino que en la colectiva ? tamos en el horno loco…. porque esa caracteristica es a su vez la causante de grandes tragedias ( en lo personal y en lo colectivo) no? .Y la pregunta es : porqué Argentina de todas los aspectos eligió o le tocó este?