cuando los zombies devoraron facebook…
Madrid, 8 de Agosto de 2015.
La cosa ya venía mal. Después, empeoró de forma sustantiva. Por último, llegaron los zombies y le comieron el cerebro a todo el mundo.
Ya se ha escrito mucho sobre el acelerado declive que aparentemente viene experimentando Facebook, y como sucede con cualquier proceso social, una confluencia compleja de factores y no un solo motivo parece ser la verdadera causa.
La red que llegó a contener a poco más de 2.100 millones de perfiles activos -como cifra máxima obtenida hace 16 meses- se vio plagada de ataques cada vez más masivos, sobretodo teniendo como objetivo sus módulos de comercio.
De esta manera, hacia Septiembre de 2013 los hacks a su base de datos de tarjetas de crédito (el corazón del por entonces aún novedoso Facebook MarketPlace) y el total caos que provocó el “igualitario” ataque a su base de Facebook Coins (la moneda virtual que había suplantado a los Facebook Credits y que de la noche a la mañana se redistribuyeron equitativamente entre todos los usuarios de la red, sin que quedara registro de su distribución previa) alimentaban periódicamente de malas noticias a los medios.
Pero casi inmediatamente después de esta seguidilla de escándalos que ponían más que en duda la seguridad de la plataforma, comenzó de manera multitudinaria e implacable lo que previamente sólo se comprobaba en grupos de usuarios muy avanzados, generalmente en mercados socialmediáticamente muy maduros: la fatiga social.
Ante los ataques, Facebook respondía con anuncios de mayor seguridad y hasta compensaciones, pero ante el desgano, el cansancio y el abandono de la red, la empresa no supo reaccionar; el problema estaba atomizado.
Cada mejora en la interfaz, cada nueva característica y cada cambio “para mejor”, había sido visto anteriormente en plataformas más pequeñas, más ágiles y atentas al individuo.
Lo que comenzaba a distribuirse viralmente, era un contenido infeccioso que no venía de hackers sino de los usuarios comunes: la creencia de que “Facebook ya fue”.
Cuando la tendencia que indicaba que “por cada usuario que se daba de alta 9 eliminaban su perfil” se sostenía, y hasta profundizaba mes tras mes, una nueva crisis -hasta simpática en comparación con las anteriores- marcaba la inevitable diáspora de Facebook.
Se trató de lo que los medios titularon como “El ataque de los zombies”.
Un grupo de ingenieros recién egresados de universidades de al menos 4 ciudades europeas (así se señala en una página anónima desde donde se reivindicó dicho ataque) entraron en el sistema que guardaba la información de todos los perfiles dados de baja -que no eliminados- en la historia de la plataforma, y los “devolvieron a la vida”.
La mañana del 24 de Abril de 2014, todos los perfiles eliminados (según una particular acepción de la palabra que utilizaba Facebook) volvieron a estar activos, pero con una serie de particularidades notables: casi todas las fotografías de los usuarios que se habían dado de baja -principalmente su foto de perfil- estaban procesadas en su color y con agregados gráficos para aparentar ser fotos de muertos-vivos.
Además de su aspecto, su comportamiento también había cambiado de forma radical: los perfiles zombies “salían” cuando caía la noche -según el horario local-, a molestar con mensajes reiterativos y cadenas de palabras que pretendían emular sonidos guturales a todos sus contactos.
Dada la cantidad astronómica de perfiles zombies y su vasta distribución horaria por todo el mundo, cada perfil activo (no zombie) llegaba a recibir una media de 600 mensajes no deseados.
Si sumamos a esto las reacciones de quienes volvían a contactar con amigos y familiares físicamente fallecidos, ahora bajo la forma de zombies, la creciente fatiga social se combinó con un descontento generalizado y el reverdecimiento de las críticas a la seguridad.
Y lo más importante de todo: la comprobación definitiva, luego de versiones encontradas a lo largo de los años, de que los datos de los usuarios, aún sin su consentimiento, seguían siendo propiedad de la compañía de California.
El ataque de los zombies, un hecho grave en sí, pero más aún por el momento exacto en el que tuvo lugar, terminó representando un verdadero tiro de gracia para la red que alguna vez aspiró a contener a toda la humanidad en su seno.
En la actualidad, ya pocos son los que preguntan: “¿Estás en Facebook?”; ahora más bien se escucha: “¿Todavía estás…?”
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