las patrias identitarias

Madrid, 3 de Septiembre de 2016.

 

“Las llamadas tribus urbanas existen desde hace generaciones, pero este fenómeno de micro sociedades personales, no sólo es algo nuevo, sino algo que demanda un marco conceptual diferente para poder ser comprendido”.

Esto nos decía al comienzo de nuestra consulta el sociólogo británico Laverne Gibson, quien estudia desde una óptica alternativa los recientes hechos acontecidos en varios barrios de las ciudades de Londres y Manchester.

Multitud de grupos de jóvenes -que según Gibson no deben ser vistos como grupos tradicionales de pertenencia- vienen organizándose durante el último año, en un proceso que sobre los pasados meses, comienza a perder virtualidad para ganar una “alarmante entidad física”, según definiera la situación el actual alcalde de Manchester, Roger Syed.

“Hasta hace pocos meses nadie prestaba atención a estos procesos de cohesión social -continúa Gibson-, pero lo cierto es que desde su mismo nacimiento han sido singulares e impredecibles”.

“Estamos acostumbrados a pensar a los grupos de pertenencia adolescente o juvenil, desde una perspectiva de sociedad de masas, tradicional; desde ese ángulo podemos explicar a los punks, a los emos, a los mods. Siempre fueron grupos que construyeron liderazgo tradicional, que tenían desarrollos esencialmente estéticos -sus definiciones filosóficas nunca han sido desarrollos demasiado profundos, ni puede hablarse de cosmogonía- y sobretodo siempre han estado en su mayoría insertos en la sociedad imperante; con más o menos dosis de rebeldía, pero insertos”.

“Lo que ocurre con estos nuevos “layers sociales” de individuos que se organizan territorialmente, es que representan verdaderas estructuras paralelas que desafían, o sencillamente ignoran, el orden establecido. De esta manera superan lo meramente estético -que en su mayoría ni siquiera han abordado, es decir, no tienen un tipo de música, ropa o peinado específico que los identifique- y comienzan a tener manifestaciones en la esfera de lo económico, lo político y de la gestión diaria”.

“Ahora todo el mundo habla de las sociedades paralelas, sólo porque ha muerto un joven en el barrio de Myfair, producto de una falta a un código específico, y si bien esto es gravísimo -por favor, no piensen que quiero minimizar un homicidio- cometeríamos un gran error si enfocáramos el hecho desde un punto de vista criminalístico clásico”.

“El barrio londinense de Clenkerwell, posee un layer social llamado THE CLERK, es decir, un verdadero barrio paralelo en donde la reputación social de cada uno de sus individuos es el bien más preciado que puedan tener. No hablo de reputación virtual, hablo de que es imposible conseguir trabajo físico en cualquiera de las agencias creativas, por ejemplo, que hay en esa zona de Londres, si no se es un buen vecino de THE CLERK”.

“Como en muchos otros layers sociales, tienen su propia recaudación impositiva -por el momento de alrededor de 10 libras mensuales por persona-, su propia constitución, y son capaces por número y cohesión, de hacer cerrar comercios o influir en elecciones locales”.

Payton Pierce, periodista freelance especializado en música, nos dice que “La muerte de Paul Cumber en Myfair hizo que todo esto emergiera para el gran público, pero lo cierto es que solamente fue la primera muerte física sucedida en torno a la violación de un código de conducta, no la primera muerte”.

“En estos últimos tiempos se han dado multitud de defunciones virtuales, hechos que han obligado a muchos desplazamientos entre layers sociales o “municipios de identidad”, como prefiero llamarlos. Yo mismo estoy muerto para la gente de la Zona Clive, que se encuentra al este de Holborn”.

“Lo verdaderamente importante de todo este proceso, es la profunda implicancia social que conlleva: las personas ya no se comunican socialmente sólo para construir una identidad y expresarse. Ni siquiera para cambiar estructuras establecidas como tirar abajo a un gobierno o presionar para que se promulgue o derogue una ley; los individuos están pasando de todo, están ahorrando trabajo y más que cambiar lo que no les gusta, construyen lo que desean e ignoran el resto”.

“Todo esto es una revolución invisible que naturalmente desespera a la política, a la policía y a todo tipo de poder tradicional; un político está acostumbrado a negociar y a debatir, no a sentarse a una mesa a la que nadie acude. La policía sabe de órdenes y de sugerir o imponer su cumplimiento, pero ahora siente que sólo tiene una porra frente a un ciudadano presente, con nombre, pero inmaterial; sus golpes pasan a través, sin ofrecer resistencia, sin golpear”.

Layers sociales o municipios de identidad, lo cierto es que este tipo de organización -de las que hoy se cuentan 54 en Londres y 37 en Manchester con un total de aproximadamente 230.000 ciudadanos- no se contenta con la esfera declarativa, no se desarrollan para expresar opiniones, sino para tener un impacto real en las vidas de sus hacedores.

Las más maduras cuentan con extensas constituciones, precisas definiciones territoriales  (sin perjuicio de que se den superposiciones geográficas múltiples entre layers) y hasta códigos civiles y penales.

Códigos como el que violara Paul Cumber en Myfair, el elegante y aristocrático barrio de Londres, que hoy posee una peligrosa réplica paralela…

 

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